La Cabaña del Tío Sejo

Fui totalmente arrancado del tiempo y tuve la oportunidad de ver el mundo bajo el prisma de la eternidad, jamás había sido capaz de observar las cosas de dicho modo tan singular, sabía que lo que las improcedentes imágenes me intentaban mostrar no era real, pero ¿cómo distinguir aquella extraña alusión de un intrascendente sueño o una reveladora visión? 

Desperté de aquel inquietante sueño y me juré a mi mismo no volver a cenar malteada de pizza de chorizo con camarones (a pesar de su irresistible sabor).

¡Ay! –dijo la oruga con un tono eufórico–. Maldito sea el pájaro que viene y me desmenuza, maldito sea el hombre que viene y me estruja. ¿Por qué la vida es tan miserable conmigo?

Una hormiga que escuchaba atentamente preguntó– ¿Y por qué te aferras a esta insulsa vida tanto como una barca logra su anclar en altamar? –hizo una pausa y continuó– ¿Es que acaso tu miseria, tu desgracia y tu infortunio es lo que te conserva con vida?

¡Por supuesto que no‼ –contestó la oruga– se que vendrá un mañana mejor, ése pensamiento es lo único que me da fuerzas para no morir. Mi mente está en el futuro, se que algún día me elevaré, volaré y me sostendré en el aire como un pájaro lo hace con tanta naturalidad.

Llegada la noche el sueño no fue capaz de conciliar a la oruga, que permanecía en un estado de aletargamiento, representándose idealmente como una mariposa. Pareciese que la oruga vivía en otra realidad.  En un movimiento súbito un ave con paso imponente devoró a la oruga sin mayores complicaciones, rompiendo así, su sueño de volar. 

Desperté de un terrible sueño, y grande fue la sorpresa que me llevé cuando descubrí que no me encontraba en mi hogar, en esta ocasión el escenario no era otro que el inmenso desierto, arena a diestra y siniestra. ¿Qué había hecho? intenté recordar lo que había sucedido la noche anterior pero mis esfuerzos incontenibles fueron ilusiones vanas.

A lo lejos observé una figura, una silueta nítida, sin duda era una persona, se acercaba, era un hombre de avanzada edad. Vino a mí aquel anciano de barba larga y me dijo — No hay nada tan importante que no podamos olvidar, el olvido se ha olvidado de ti, así como tu te olvidaste de vivir — y se marchó sin decir otra palabra.

Me quedé reflexionando aquellas palabras durante días, meses, años. Cuando comprendí el significado de dicha frase, el desierto era mi hogar y yo estaba refugiado en mi soledad, hoy sé que todo aquel que no puede estar solo es porque se cree tan fastidiante e idiota como para vivir consigo mismo.